El expresidente egipcio Hosni Mubarak, quien gobernó por 30 años hasta su salida entre revueltas, murió ayer a los 91 años.
Mubarak, quien permaneció en el país tras su salida de la presidencia, falleció luego de que hace un mes se le practicó una cirugía intestinal en un hospital militar del país.
El último mes, estuvo internado en terapia intensiva.
A principios de febrero, su nieto publicó en Instagram una fotografía con el exmandatario junto al mensaje “Con todo el amor y aprecio”, pero sin dar información acerca de la operación o de su estado de salud.
Sin embargo, hasta ahora, no existen mayores detalles públicos de su muerte.
Tras su arresto en abril de 2011, Mubarak pasó los casi seis años de su encarcelamiento hospitalizado.
Para un hombre que durante largos años fue intocable, la cárcel fue un golpe severo.
Cuando lo transportaron de la corte a la cárcel de Torah en 2011, lloró y se negó a bajar del helicóptero.
Fue encontrado culpable en 2015 junto con dos de sus hijos de desviar fondos públicos y aumentar las propiedades de sus familiares. Fue sentenciado a tres años de cárcel. Desde su liberación, fue a vivir a un apartamento en el distrito de Heliópoli en la capital del país.
Durante sus años en el poder, Mubarak inició algunas reformas menores, y optó por presentarse como el único escudo contra las milicias islámicas y las divisiones sectarias.
Cuando intentó presionarlo para hacer reformas, Estados Unidos sólo logró enfurecerlo. Entonces Washington se retractó.
Pero el incumplimiento de las promesas reiteradas de cambios provocó la
desesperación popular. Y quienes aspiraban a un futuro democrático observaron que Mubarak se aprestaba a instaurar una sucesión dinástica a favor de su hijo, el empresario Gamal Mubarak.
Fuente:www.excelsior.com.mx