Juan tenía 75 años, fue un economista guayaquileño destacado y estaba en proceso de jubilación. El pasado lunes su problema de arritmia cardiaca lo sorprendió con dolores de pecho y falta de aire. Él no salía de casa por temor a contagiarse de COVID-19, por lo que su familia cree que no estaba infectado. No pudieron comprobarlo, pues la falta de atención de emergencia y de una cama en UCI le costó la vida la noche del lunes. Murió en casa rodeado de sus familiares, que con indignación y tristeza lamentaron que en cuatro clínicas-hospitales privados de Guayaquil no lo recibieron ni atendieron pese a que lo llevaron en ambulancia privada.
El trágico día para esta familia empezó con el requerimiento de oxígeno; luego no fue suficiente, y un médico que acudió al domicilio, en el norte de la urbe, les indicó que necesitaba ser tratado en una UCI. Ana, sobrina del fallecido, recordó que logró contactar al ECU-911 y llegó una ambulancia a su hogar para llevar a su tío; sin embargo, antes de embarcarlo, le dijeron: “Deme el nombre de la clínica y los datos del doctor que lo recibirá”. Ella explicó que no tenía a nadie, que era una emergencia, y ellos le explicaron que, debido al colapso hospitalario, solo a quien lo estén esperando con una cama reservada podían movilizarlo, si no, era en vano. “Yo traté de llamar a los hospitales, pero nadie me confirmaba un espacio. Ellos me dijeron: ‘Disculpas, tenemos otra emergencia’, y se fueron, nos dejaron con mi tío en casa”, lamentó la joven.
Ella acotó que junto con su mamá y el resto de tías consiguieron una ambulancia privada para agotar los recursos y poder internar a su tío, sin embargo, con dolor e indignación vivieron momentos de angustia en esa peregrinación. Ella recordó que fueron al hospital clínica Kennedy Policentro, Kennedy Alborada, San Francisco y al Onmihospital, y en ninguno pudieron ingresarlo por más súplicas que hicieron en la emergencia de esos sitios. La ambulancia las regresó con su tío en estado crítico a la casa; les cobraron $ 600 por ese recorrido de tres horas buscando un espacio en UCI en Guayaquil.
La joven comentó que lo más indignante fue que en uno de los hospitales los paramédicos bajaron a su tío y salió un doctor enojado a decir que por qué lo bajaban si era un paciente de COVID-19 y ellos no estaban recibiendo ese tipo de pacientes. “Yo le dije: ‘No es COVID-19, él sufre de arritmia, por favor, póngale al menos un suero, o hágale la prueba para descartar’. Me dijo: ‘No hay cama, él necesita intubación, no hay, está perdiendo el tiempo, por qué no se van a otro lado’. Nos botó de la emergencia”, lamentó la diseñadora gráfica.
Y este caso no es aislado, en este nuevo colapso hospitalario ni el dinero ni las influencias permiten acceder a una UCI. Así lo relató Sandra, quien padeció momentos “horror” desde que a su abuelito, de 89 años, le diagnosticaron COVID-19 el 18 de marzo pasado. “Se lo trató en casa porque ya para esas fechas los hospitales estaban llenos. Gastamos alrededor de 500 dólares con el oxígeno, porque ya teníamos el tanque. Lo ingresamos al Bicentenario el 28 de marzo pasado, pero ya estaba muy mal; lo llevamos allí en una ambulancia de los bomberos, en ningún hospital tenían espacio, por eso lo llevamos al Bicentenario. Desde el 30 estuvimos buscando UCI, porque necesitaba respirador, pero no tenían espacio a pesar de que él ya tenía la hoja de derivación con código rojo, o sea, con urgencia. Solo nos daban espacio en la UCI del Vernaza, pero por pensionado: había que dar $ 1.000 para ingresar de garantía y de ahí pagar todo. Esperamos a que haya espacio en hospital público para que le cubra su jubilación, pero no aguantó, falleció en esa espera el 1 de abril”, lamentó la joven.
Goldy Rivas, directora de Comunicación del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, explicó que la demanda de atención por emergencia relacionada al COVID-19 aumentó en este mes. Ellos tienen 26 ambulancias para asistir las emergencias en la urbe. Solo en lo que va del mes se han reportado 255 atenciones de emergencias con problemas respiratorios, y van en aumento. En marzo fueron 278 emergencias asistidas por sospecha del virus.
“Estamos viviendo momentos difíciles que no esperamos volver a vivir. Talvez no vemos los muertos en las calles, pero las emergencias por el virus continúan en las casas, han incrementado”, lamentó y acotó que hay 120 personas que trabajan en emergencias prehospitalarias entre paramédicos y conductores en esa institución.(I)
Fuente:www.eluniverso.com
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