Siempre hay emergencias que pueden poner en jaque a las finanzas públicas.
Pero la pandemia de covid-19 provocó una especie de terremoto sanitario, económico y social que dejó a Latinoamérica con una contracción económica de -7,7% en 2020 y arrastró a millones de personas a vivir en una desoladora precariedad.
Pese a que en algunas zonas de Latinoamérica el hambre sigue creciendo rampante, la respuesta de los gobiernos a través de paquetes de estímulo fiscal permitió amortiguar los efectos de una de las peores crisis globales de las últimas décadas.
Por una parte, el Estado salió en apoyo de trabajadores y empresas para evitar una masiva destrucción de empleo a través de subsidios, créditos y otros mecanismos que permitieron mantener a flote una parte de la actividad económica en medio de los confinamientos y un escenario global recesivo.
Pero si hay algo que marcó una diferencia en la respuesta fiscal de Latinoamérica respecto a las economías avanzadas, fueron las medidas de apoyo a los informales, que en la región son más de la mitad de los trabajadores.
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La mayor parte de las ayudas fiscales en la región se han focalizado en transferencias directas de dinero a las personas más vulnerables.
«Ellos vieron una caída dramática de sus ingresos que fue muy parcialmente compensada por las transferencias que el Estado entrega a los hogares vulnerables», dice Eduardo Levy, decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, Argentina, profesor visitante de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard e investigador no residente del centro de estudios Brookings Institution.
«La mayoría de los gobiernos hizo lo que tenía que hacer para preservar el empleo en la medida de lo posible. Pero no pudieron llegar de la misma manera que los países avanzados a cubrir las necesidades de los trabajadores informales o precarios», apunta en diálogo con BBC Mundo.
¿Dónde faltó apoyo?
Analizando el abanico de medidas tomadas por los gobiernos para enfrentar la emergencia, varios expertos coinciden en que la entrega directa de recursos a los más vulnerables fue una respuesta necesaria para llegar a los sectores más pobres.
«Los programas de transferencia de dinero a las personas fueron probablemente las políticas gubernamentales más eficientes», sostiene la economista Mónica de Bolle, investigadora senior del centro de estudios Peterson Institute for International Economics (PIIE), Estados Unidos.
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Las ayudas fiscales fueron dirigidas al sistema de salud, los hogares y las empresas.
Pero donde faltó apoyo, agrega, fue a las pequeñas empresas. «Fue un error porque esos negocios emplean a mucha gente y tienden a ser vulnerables».
Otro elemento que destaca de Bolle es que muchos gobiernos de la región no tomaron las medidas para controlar la pandemia a tiempo, con la «equivocada» idea de proteger la economía.
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«No hicieron lo correcto porque no entendieron desde un inicio que la pandemia y la economía van inextricablemente juntas», argumenta.
En ese sentido, agrega, «los gobiernos de América Latina le fallaron a la gente en la pandemia».
El reto de llegar a los más vulnerables
Guillermo Cruces, subdirector del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad de La Plata, Argentina, explica que fue un gran desafío llegar a los segmentos más afectados de la población porque muchas personas no estaban incorporados a los sistemas de ayuda social.
«Los gobiernos han sido muy pragmáticos y relativamente exitosos en las ayudas de emergencia, pero el gran pecado es no haber tenido esa respuesta preparada para reaccionar más rápido y expandir el universo de beneficiarios», le dice a BBC Mundo.