Desde las 06:00 hasta las 08:30, la parada del playón de La Marín, ubicada en el centro de la capital, se convierte en un hervidero de personas que confluyen de diferentes sectores de Quito y el valle de Los Chillos. Caminan en los andenes y nadie respeta los distanciamientos pese a que los casos de covid-19 se incrementan de forma acelerada.
Ese sector conecta a las líneas que transporte que brindan servicio en el centro, sur y norte de la urbe, por lo que es un sitio de alto riesgo de contagio. A partir de las 06:00 deñ jueves 13 de mayo del 2021, los buses llegaron y salieron repletas de pasajeros sin ningún tipo de prevención.
Desde las aceras se podía observar lo que los buses articulados del Corredor Suroriental viajaron con gente aglomerada. “Con o sin pandemia, las unidades siempre van así. Por momentos me asusto”, expresó Luis Cocha, un comerciante de dulces y revistas que desde hace más de 10 años se ubica en el playón.
Él se enfermó de covid-19 a finales del año pasado y permaneció aislado ocho días, pero “tuve que recuperarme lo más pronto posible porque debo laborar para mi familia”.
Lo mismo ocurrió con la gente que salió a sus trabajos. Trataban de cuidarse en medio de los tumultos, pero era imposible hacerlo por el desorden. Daniel Calispa es un albañil que viaja desde la parroquia de Amaguaña hacia su lugar de empleo en el norte de la capital.
Contó que todos los días los buses se trasladan repletos en las horas pico y la gente se protege como puede. En mayo del 2020, él se infectó del virus pero fue asintomático. “Ocurrió en el momento menos pensado, estoy seguro que me enfermé en mi trabajo”.
Como hilera, los articulados llegaban a la parada y cientos de personas se bajaban desesperados para no atrasarse. Lo mismo pasaba con quienes llegaban de Sangolquí, Conocoto, Amaguaña, La Merced, Píntag, Alangasí, San Rafael, entre otros sitios de Los Chillos.
Para el usuario Marco Toaquiza, no sirve de nada pasar confinado durante los fines de semana ya que las unidades de transporte son focos de contagio de lunes a viernes. “El Municipio debe habilitar más unidades para que podamos más movilizarnos con mayores garantías”.
Lizbeth Marqués vive en Carcelén Bajo y siempre se traslada a su trabajo en el sur. Contrajo covid-19 hace un mes y medio y ella está segura que se enfermó por viajar en las unidades de transporte. “Tuve fuertes síntomas como dolor de cabeza y cuerpo, perdí los sentidos del olfato y gusto”. Se recuperó en la casa siguiendo un tratamiento especial para pacientes de coronavirus. Trata de salir temprano de la casa para viajar sentada en el bus y no pegarse a la gente que viaja en los vehículos.