El tema de Romeo y Julieta, propuesto contra el trasfondo hirviente de bandas juveniles puertorriqueñas y estadounidenses rivales y que se odian en el Upper West Side de Manhattan, ha estado siempre en la cabeza de Steven Spielberg, quien retoma este musical que se estrenó en Broadway en 1957, basado en el libro de Arthur Laurents, con música de Leonard Bernstein y letras de Stephen Sondheim que hicieron que las generaciones de ese entonces se emocionaran.
Cuando era niño en Phoenix, Spielberg -finales de 1950- solo tenía la banda sonora y trató de imaginar la acción y el baile que podrían acompañarla. “Mi mamá era una pianista clásica. Toda nuestra casa estaba adornada con álbumes de música clásica y crecí rodeado de música clásica. West Side Story fue en realidad la primera pieza de música popular que nuestra familia permitió en casa. Me escapé con él (el álbum del elenco del musical de Broadway de 1957) y me enamoré completamente. West Side Story ha sido esa tentación inquietante a la que finalmente me he rendido”, dice el cineasta a Vanity Fair.
Cuando el director Robert Wise y el coreógrafo Jerome Robbins lo adaptaron al cine en 1961, West Side Story rompió el récord de taquilla de musicales y arrasó en los Óscar, obteniendo diez estatuillas, incluida la mejor película (solo detrás de El señor de los anillos: el regreso del rey, Titanic y Ben-Hur con once victorias cada uno). Seis décadas después, el espectáculo teatral ha recorrido el mundo y ha sido revivido repetidamente.