Fue tendencia en Twitter, los usuarios hicieron eco de su triunfo y participación. Las felicitaciones a Roberto Ayala se hicieron presente en redes, luego de que se proclamara como el ganador de MasterChef Ecuador, segunda temporada.
La alegría de un país al ver a su favorito como el vencedor fue tal que hasta el presidente Lenín Moreno expresó sus congratulaciones. “¡Gran despliegue de talento en #MasterChef Ecuador! Felicitaciones a Roberto Ayala por esa creatividad y sazón para la cocina. Nos inspira a crecer, a sentir que si ponemos el corazón en lo que hacemos, el éxito será la recompensa”, escribió el primer mandatario.
El campeón de la temporada conversó con este Diario y compartió lo que se viene luego de MasterChef.
En Instagram se presenta como “el hombre Ayala”, en la televisión lo bautizaron como el Muñeco o Muñe, de vez en cuando se refieren a él como Miau. Su sazón culinaria siempre estuvo acompañada de una buena actitud, carisma y constancia.
Ayala es un piloto comercial de 33 años que atribuye su amor a la cocina a su familia, en especial a sus padres y abuelas: “Toda mi familia es fanática de cocinar, experimentar de juntarnos a cocinar. Mis abuelas son unas genias de la cocina”. Su relación con la cocina traspasa un simple sentimiento: suyo es el laboratorio gastronómico llamado Cocina Clandestina, con especialidad en pizza hecha en leña.
Su proyecto a futuro es tener su cadena de restaurantes. De hecho está pensando en montar un negocio gastronómico con su compañero de la final Manuel Bustamante.
El quiteño, procedente del barrio Miraflores, ganó con un menú que incluía una sopa de tomate de árbol al horno, de entrada; una costilla de cordero en salsa de yogur con eneldo y menta, de plato fuerte; y de postre un arroz meloso de mango reinterpretado como una panacota de coco.
¿Quién es Roberto Ayala?
Es una persona amiguera, que le gusta escuchar a la gente lo que quiere contar, que siempre de alguna u otra manera buscar interactuar. Siempre voy a buscar conocer y hacerme de muchos amigos por la vida, me encanta eso. En la vida siempre debes pensar las cosas de una manera positiva…
¿Qué se siente ser el ganador?
Surreal, parece un sueño, es “locazo”… No quiero que se acabe. Cuando dijeron mi nombre no lo creía, de hecho cierro y abro mis ojos y aún no lo puedo creer. Nunca pensé que iba a llegar tan lejos en la competencia.
¿Qué significó competir en la final con Carla y Manuel?
Increíble llegar con este par de locos, son muy bacanes personas y estuvieron muy concentrados en las pruebas.
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¿A quién va dedicado ese premio?
A mi familia y a toda la gente que se mantuvo cerca mío, gente que ha sido constante en mi vida, que no sabe fallar. A ellos, y a todas las personas que se levantan todos los días a luchársela, jugársela a querer ser alguien en la vida. Es una dedicación especial a las personas que se atreven a hacer las cosas diferentes.
¿A qué vas a destinar el premio económico de $ 20.000?
Se lo invertirá en la Cocina Clandestina. En mente tengo dos cosas: viajar por todo el Ecuador, subirme a una camioneta y dedicarme a probar la comida de la gente y a mezclarla con mis sabores, sacar cosas nuevas; y lo segundo es crecer con un local en Quito.
¿Y en Guayaquil?
En Guayaquil también, de la mano de mi pana Manuel… Yo viví en Guayaquil (desde noviembre de 2019 hasta junio de 2020 se dedicó a vender comida), así que la idea de Guayaquil también está de cajón.
¿Cuál es tu especialidad gastronómica?
Lo mío es el laboratorio gastronómico, es decir, fusionar comidas de todos lados. Más que comida es brindar una experiencia, a base de conocer a la persona, conociéndola, saber lo que le gusta y lo que no le gusta y básicamente generar un plato que sale de ellos mismos.
¿Cómo fue el camino de Roberto para alcanzar el triunfo?
El camino fue durísimo… lo he disfrutado un montón, a pesar de que estaba cansado, estaba rendido, estaba totalmente deshecho, y me encantó sentirme así: totalmente roto, pero feliz.
¿Cómo decides inscribirte en MasterChef Ecuador?
Lo que me motivó fue dar a conocer mi comida y ese amor por la cocina y esas ganas de querer conocer gente.
Otro de los puntos que también resaltaste en el camino fue el valor de la amistad. Cuéntanos al respecto…
Uno de los objetivos antes de meterme a la competencia era compartir con gente, conocer gente, hacer amigos.
Vuelas profesionalmente desde el 2011. ¿Cuéntanos sobre ser piloto comercial?
Es mi sueño de toda la vida, pero ha sido durísimo llegar hasta donde estoy. Me tomó diez años entrar a una aerolínea, desde que me involucré en la aviación. Cuando empecé a volar, lo primero que se me ocurría cuando llegaba a un destino era probar comida… Entonces, fusión de aviación y gastronomía es brutal. Me iba a buscar esos restaurantes pequeñitos, esa comida de autor.