El avión en el que viajaban se estrelló pocos minutos antes de aterrizar en Loja.
“Hemos avanzado 21 meses, bajo un gobierno constitucional, cuando significa en países como el nuestro en los que ganar la estabilidad democrática implica conquistarla día a día’’.
Las palabras de arriba son un extracto del último discurso que el abogado guayaquileño Jaime Gerardo Roldós Aguilera pronunció como presidente constitucional de la República, la tarde del domingo 24 de mayo de 1981. Lo hizo en el Estadio Olímpico Atahualpa, en Quito, donde se condecoró a los combatientes de la guerra de Paquisha.
Poco después de su memorable discurso, que quedó para la historia, abordó el recién adquirido avión presidencial, el Beechcraft Super King 200, para viajar a la localidad fronteriza de Macará (Loja).
Lo acompañaban la primera dama, Martha Bucaram de Roldós; el ministro de Defensa Nacional, general Marco Subía Martínez, y su esposa, Helena de Subía; los edecanes tenientes coroneles Armando Navarrete y Héctor Torres; el piloto de la nave, coronel de Aviación Marco Andrade Buitrón; el copiloto, teniente de Aviación Galo Romo; la cabinera Soledad Rosero; y Carlos Cabello, miembros de la seguridad.
El mandatario iba a Macará y de allí debía tomar un helicóptero para viajar a Zapotillo, donde se realizaría otra ceremonia antes de volver a Quito ese mismo día. Pero esto nunca pudo ser, ya que el avión presidencial se estrelló contra el cerro de Huayrapungo (Loja), a pocos minutos de aterrizar. Todas las personas que estaban en la aeronave perecieron.