La noticia del asesinato a tiros del presidente haitiano, Jovenel Moise, durante la madrugada de este miércoles, que fue perpetrado por un supuesto comando extranjero, ha conmocionado a la región y al mundo y pone en evidencia la crisis política y de seguridad que se ha agudizado los últimos meses en ese país, donde opositores desde hace meses pedían la dimisión del difunto mandatario que gobernaba por decreto y sostenía que su periodo duraba hasta el 7 de febrero de 2022.
En el ataque a la residencia del mandatario también resultó herida gravemente su esposa y primera dama, Martine Moise, quien a esta hora sigue luchando por su vida en la capital haitiana y sería trasladada a Miami en las próximas horas.
Moise tenía 53 años, estudió Ciencias Políticas y luego inició una carrera como empresario. Llegó al poder en febrero de 2017 con un mensaje de reconstrucción y de la mano del partido del expresidente Michel Martelly (2011-2016). Su asesinato es el segundo magnicidio que se comente en la historia de Haití; el primero fue el presidente Jean Vilbrun Guillaume Sam en manos de una turba enfurecida en 1915.
Los autores del crimen serían “mercenarios profesionales” disfrazados de agentes de la Administración de Control de Drogas (DEA) de EE. UU., dijo funcionario.