DP World, el operador del puerto, arrancó con la primera fase de construcción. La industria asiática, automotriz y de cosméticos, prevé su arribo en 42 hectáreas
A escasos metros del Puerto de Aguas Profundas de Posorja, decenas de obreros han empezado a dar vida al primer parque logístico e industrial que, bajo la modalidad ZEDE, apunta a ser un imán de inversión para esta parroquia. Este proyecto, cuyo desarrollo se contempla sobre 119 hectáreas, aún no tiene forma, pero desde ya despierta el interés de empresas de Corea del Sur.
Ayer, directivos de DP World, concesionaria del puerto que encamina esta nueva obra, hicieron oficial el inicio de la primera fase de construcción que, con una inversión inicial de $ 10 millones, hasta agosto de este año espera dar el servicio de bodegaje y acondicionar la infraestructura que requieren operadores logísticos. “Creemos que esto puede llegar a convertirse en un gran hub logístico regional. La idea no solo es consolidarnos como puerto, sino llegar a operar la carga de las navieras que buscan hacer transbordos ”, dijo Carlos Merino, CEO de DP World, tras un acto simbólico de inauguración de la obra, que tuvo a autoridades, entre los invitados especiales. El año pasado, el puerto de Posorja llegó a mover más de 270.000 TEUS. De ese volumen, añadió, más del 30 % fue por transbordo. “Un comportamiento que proyectamos seguirá siendo sostenible en el tiempo porque Posorja representa una solución óptima. Es un puerto rápido, que mueve más de 100 contenedores por horas muelle, que tiene capacidad, espacio. Las naves no necesitan entrar hasta Guayaquil sino que aquí mismo pueden hacer sus operaciones y partir”.
Merino menciona que el potencial del nuevo parque logístico ha llevado ya a la Agencia de Promoción de Inversiones y Comercio de Corea del Sur (Kotra) a reservar 42 hectáreas de espacio para cuando este proyecto, ya en su etapa final, empiece a acoger a industrias. “La idea es que vengan a realizar actividades y que generen inversiones. -Ahora es prematuro hablar del capital que puedan inyectar, pero la inversión dependerá del tipo de industria y de la capacidad que tengan. De lo que se ha dicho es que estas pueden ser parte del sector automotriz o de cosméticos, por ejemplo”, detalló Merino.
La ubicación geográfica, la capacidad del puerto, los incentivos son su atractivo.
Carlos Merino
CEO de DP World
Las ventajas tributarias que se ofrecen, al ser una Zona Especial de Desarrollo Económico (ZEDE), están entre los atractivos del proyecto. No obstante, Julio José Prado, ministro de Industrias y Producción, reconoció que este y otros beneficios (como la exoneración del impuesto a la renta por 10 años) penden también del tratamiento que la Asamblea le dé este jueves a la Ley de Inversiones, que será sometida a segundo debate. “Lo que esperamos es que haya conciencia política de las ventajas de esta ley” que, entre sus fines, busca potenciar la instalación de más Zedes en el país, incluyendo las de servicio. El fin es seguir el ejemplo de países como Colombia, Dubái, República Dominicana que entre sus zonas francas promueven el arribo de firmas telefónicas, de software o de la industria creativa.
Con esta, el país sumaría tres Zedes (las otras dos se desarrollan junto a proyectos de Contecon y Espol). Apostar por este modelo de desarrollo industrial no es nuevo, explica Sonsoles García, presidenta del Comité de Comercio Exterior, Aduanas e Inversiones de la Cámara de Comercio Internacional, capítulo Ecuador. Los primeros proyectos, antes llamados zonas francas, aparecieron en los años 90, pero falencias en los planes de ejecución han venido frenando los resultados esperados. Entre las causas apunta las obras con iniciativas públicas que se quedan a medio talle o que no se hacen y la falta de seguridad jurídica que asegure la dación de incentivos que hace que los inversionistas terminen dudando de la continuidad en el tiempo de los proyectos.
Pero seguir apostando por este modelo de desarrollo no es cosa menor. Para García es una de las formas más eficientes de ver el resultado que tienen las ayudas estatales. Según estudios realizados en la región, por cada $ 1 que un Estado deja de percibir por crear incentivos, está inyectando entre $ 4 y $ 6 para la economía de su país.