Desesperadas operaciones de búsqueda y rescate se llevaron a cabo este jueves en el este de Afganistán luego de un terremoto que mató a más de 1.000 personas, un duro golpe para un país que ya enfrenta una grave crisis económica y humanitaria.
El sismo de magnitud 5,9 se produjo durante la madrugada del miércoles cerca de la ciudad de Khost, en la frontera con Pakistán. Se ha informado que al menos 1.500 personas resultaron heridas, pero las autoridades advierten que es probable que aumente el número de víctimas, ya que muchas familias dormían en estructuras de viviendas endebles cuando ocurrió el terremoto.
Muchas casas en el área están hechas de barro, madera y otros materiales vulnerables a los daños causados por el clima, y el terremoto coincidió con fuertes lluvias monzónicas, lo que aumentó el peligro de derrumbe.
Fotos de la cercana provincia de Paktika, una región rural y montañosa donde se reportaron la mayoría de las muertes, muestran casas reducidas a escombros. Se cree que unas 2.000 casas quedaron destruidas, según la Organización de Naciones Unidas (ONU). Algunas personas pasaron la noche durmiendo en refugios improvisados al aire libre, mientras los rescatistas buscaban sobrevivientes con linternas.
Médicos y personal de emergencia de todo el país se están reuniendo en el sitio, con la asistencia de algunas agencias internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, la ayuda puede ser limitada ya que muchas organizaciones se retiraron del país dependiente de la ayuda después de que los talibanes tomaron el poder en agosto pasado.
El gobierno talibán ha desplegado recursos de emergencia, incluidos varios helicópteros y decenas de ambulancias, y ha ofrecido indemnizaciones a las familias de las víctimas.
También ha pedido ayuda exterior, pidiendo este miércoles «el generoso apoyo de todos los países, organizaciones internacionales, particulares y fundaciones».