Desde que la crisis energética sacudió al Gobierno ecuatoriano el 14 de abril, el presidente Daniel Noboa se ha enfrentado a desafíos abrumadores.
La dimisión de la exministra de Energía, Andrea Arrobo, marcó un punto crítico. En este escenario tenso, emergió Roberto Luque, ministro de Transporte, asumiendo la responsabilidad de hallar soluciones.
Después de posicionar la teoría de un presunto sabotaje y denunciar a 22 funcionarios, el Mandatario le encargó la cartera de Energía el 16 de abril. Este enfoque le valió la confianza del presidente, quien le asignó el cargo de ministro de Energía el 16 de abril. Dos semanas después, con el cese de los cortes de luz, Noboa elogió a Luque, bromeando sobre un tercer ministerio.
Convertido en un «ministro doble», Luque adoptó un atuendo más informal, dejando de lado trajes y corbatas para abrazar camisetas, botas de trabajo y cascos, mientras se adentraba en la infraestructura eléctrica del país.
Desde su nombramiento, Luque ha estado activo, firmando acuerdos ministeriales y organizando acciones en instituciones clave como la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL), la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec) y el Operador Nacional de Electricidad (Cenace).