Tras la detección de seis muestras de aguas residuales en Gaza que dieron positivo por poliovirus a finales de junio, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió que era «solo cuestión de tiempo» antes de que miles de niños palestinos fueran afectados por la enfermedad.
A finales de julio, se habían identificado casos de parálisis flácida aguda, un síntoma de infección por poliovirus, en la zona de las muestras, y una semana después se confirmó el primer caso de poliomielitis en Gaza en 25 años, en un niño de 10 meses que no había sido vacunado.
En respuesta, más de 1,2 millones de vacunas orales contra la poliomielitis han llegado a Gaza, con millones más esperadas en los próximos días. El objetivo es vacunar a unos 640.000 niños menores de 10 años, administrando dos dosis a cada uno. Un plan exhaustivo ha sido implementado para garantizar la distribución de las vacunas, manteniéndolas a una temperatura crítica de entre 2 y 8 grados centígrados.
Sin embargo, la administración de estas vacunas enfrenta desafíos significativos. El Ministerio de Salud palestino, junto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Medio Oriente (UNRWA) y otros asociados, están colaborando con la OMS en esta campaña.
A cada organización se le ha asignado una función específica dentro del «microplan» técnico y estratégico para ejecutar la vacunación masiva.