La decisión de romper relaciones entre Venezuela y España, impulsada por el régimen de Nicolás Maduro, marca un nuevo episodio en el deterioro diplomático entre ambas naciones.
La Asamblea Nacional afín a Maduro aprobó la medida, la cual parece formar parte de una estrategia para fortalecer la narrativa «antiimperialista» y contra el «intervencionismo occidental» que el régimen ha mantenido en los últimos años.
Esta ruptura podría ser vista como un intento del gobierno venezolano de reafirmar su soberanía ante lo que consideran interferencias extranjeras, a la vez que podría desviar la atención de los problemas internos que enfrenta el país.